Charlas de taberna
Marcos H. Valerio
Al menos siete microsismos sacudieron la Ciudad de México este jueves. Aunque no se reportaron daños materiales, el temor invadió a algunos ciudadanos, quienes vivieron momentos de crisis nerviosa. “Estos movimientos telúricos, caracterizados por su baja magnitud, son un fenómeno común en la capital del país”, dijo el responsable del Área de Análisis del Servicio Sismológico Nacional (SSN), Víctor Hugo Espíndola Castro.
“Los microsismos son frecuentes en la Ciudad de México y hay registro de ellos desde hace décadas”, explica Espíndola. De hecho, en 2023 se contabilizaron cerca de 85 eventos de este tipo, principalmente en las alcaldías de Álvaro Obregón y Magdalena Contreras. Estos sismos son producto de fallas geológicas locales que se encuentran en el subsuelo de la ciudad, a profundidades que varían entre 500 metros y dos kilómetros.
Asimismo, analista del SSN, Delia Iresine Bello Segura, detalla que la capital del país está situada en el centro de la Faja Volcánica Transmexicana, una zona donde la interacción entre las Placas de Cocos y Norteamérica ha dado lugar a cadenas montañosas y volcanes.
Esto convierte a la Ciudad de México en una región geológicamente activa. Las fallas geológicas pueden permanecer inactivas por largos periodos, pero se reactivan con sismos de mayor magnitud, provocando temblores locales como los registrados.
Este fenómeno no es nuevo en la capital. Desde los años 80 se tiene registro de sismos locales en la zona de Mixcoac, aunque en esa época no se contaba con la red de monitoreo actual. Hoy en día, con más de 100 estaciones de monitoreo sísmico, se puede localizar con mayor precisión el origen de estos movimientos, lo que ha permitido detectar temblores en zonas como Tláhuac, que antes no reportaba actividad debido a la menor densidad poblacional.
Los especialistas coinciden en que, aunque estos sismos no suelen generar afectaciones graves, pueden provocar daños estructurales en edificaciones mal construidas. Las características del suelo y la autoconstrucción sin regulación en algunos puntos de la ciudad aumentan la vulnerabilidad. “Un sismo de magnitud cuatro, aunque sea considerado bajo, podría causar estragos”, alerta Bello Segura, quien además aclara que el término “microsismo” no tiene un respaldo técnico en la sismología, pero se usa para referirse a movimientos de baja magnitud.
A pesar de la constante presencia de estos sismos, los expertos aseguran que la probabilidad de que ocurra un gran terremoto con epicentro en la Ciudad de México es baja. Aun así, recuerdan que es fundamental estar preparados, ya que los movimientos telúricos no se pueden predecir. “Es necesario estar atentos a lo que Protección Civil nos pide hacer antes, durante y después de un evento sísmico”, aconseja Espíndola.
La alerta sísmica, por su parte, solo se activa bajo ciertas condiciones, como cuando un sismo supera los 5.5 grados de magnitud y su epicentro está a más de 100 kilómetros de la ciudad. Los microsismos locales, por el contrario, suelen ser tan rápidos que la alerta no logra anticiparlos.
Frente a esta realidad, las autoridades y expertos recomiendan realizar simulacros periódicos en escuelas, lugares de trabajo y hogares, con el fin de que la población esté familiarizada con los puntos de reunión y las acciones a seguir en caso de un sismo. Así, aunque los temblores sean inevitables, la preparación adecuada puede marcar la diferencia en la seguridad de todos.