De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Finalmente, los cinco años y diez meses de gobierno del presidente López Orador llegaron a su fin. Un período largo para unos corto para otros y que la historia y el paso del tiempo acomodará en su justo medio.
Tardó doce años en llegar al final de su búsqueda y mostró ser un Presidente innovador, aunque esto no gustó a mucha gente.
Se regocijó con la figura del presidencialismo, la acomodó a como quiso, pudo hacer todos los cambios constitucionales que pretendió y termina su gobierno con el pecho repleto de satisfacciones.
Es cierto que sus modificaciones no fueron del agrado de muchos y desde el extranjero se le criticó arduamente.
Su política diplomática no fue del agrado de muchos y al final culminó con el distanciamiento de gobiernos como Ecuador, Perú y España, entre otras naciones.
Se le reconoce su gestión con los programas sociales, aunque no sean los más convenientes, benefician a un grueso número de personas.
Muchos no coincidieron con su personal estilo de gobernar y sus mofas para diversos grupos, periodistas, empresarios y su cerrazón para atacar problemas de raíz, principalmente aquellos vinculados a la inseguridad y violencia provocaron críticas severas, pero jamás dio un paso atrás en sus decisiones tomadas desde el inicio.
Creó su propio grupo de periodistas, que lo rodea de palabras melosas y festina cada una de sus gracejadas y convive feliz con ellos, en su cerrado círculo.
Permitió que se cometieron latrocinios en algunos sectores del gobierno federal, haciendo mutis de las denuncias presentadas y endilga responsabilidades al por mayor, protegiendo a los suyos.
Se encaprichó con sus proyectos, sin hacer casos de lo costoso de algunos de ellos y, finalmente, los deja como herencia a su sucesora.
Desde el principio mostró su personal estilo de trato con los grupos organizados, sin importar el gremio o género al que pertenecieran.
Sus obras quedan a la observancia que habrá de determinar los beneficios que aportan.
Aeropuerto Felipe Ángeles, Tren Maya, Tren Interoceánico, refinería Dos Bocas, tendrán que operar con saldos positivos para analizar si la apuesta fue en favor de las necesidades del país.
López Obrador se marcha como hubiesen querido sus antecesores, con un alto grado de popularidad y reconocimiento, lo que se vio reflejado en la elección del dos de junio.
Se empeñó en que una mujer fuese su sucesora, para ejemplificar su alto grado de reconocimiento a este género.
La crítica en su contra siempre fue mordaz y el Presidente, como ninguno otro, usó su derecho a réplica mostrando la fuerza del poder.
Diputados y senadores le rindieron un gran tributo en su despedida aprobando las leyes que él considera serán su legado.
Desde el primer segundo del martes perderá esos privilegios que le da el poder y volverá a ser un ciudadano como cualquier otro, a pesar de no querer dejar el espacio que ocupa como mandatario y pedir unos días más para mudarse y cambiar su fecha de salida hacia “La Chingada” el lugar en que anunció vivirá.
Se comprometió a no dar entrevistas, ni inmiscuirse en asuntos políticos, no dejarse ver, tampoco verá noticias y hará, dice, una vida casi monástica.
Sin embargo, su despedida no ha sido de la forma como esperaba con su más de 60 por ciento de popularidad y con la preferencia hacia su persona y su partido expresada en las urnas, ha sido cuestionado en varios estados del país.
El Presidente López Obrador dejó varios asuntos pendientes que la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo deberá resolver.
A Andrés Manuel López Obrador el paso del tiempo permitirá evaluarlo en su justa dimensión.