mar. Dic 10th, 2024

De frente y de perfil

Ramón Zurita Sahagún 

Dicen que el silencio es oro y, tal vez, en política, especialmente en la mexicana lo confirma.

Durante muchas décadas los nombres de los miembros del gabinete resonaban fuerte y eran ampliamente conocidos por una gran parte de la población.

Los secretarios de despacho ofrecían conferencias de prensa y entrevistas personales, algunas de ellas con cargo al erario, por lo que las dos más recientes administraciones suspendieron ese modelo de comunicación.

Estos personajes se ven eventualmente en las mañaneres antes de Andrés Manuel López Obrador y ahora de Claudia Sheinbaum Pardo.

Los titulares de las distintas dependencias acuden a la conferencia mañanera y son exhortados por la Presidenta para informar de los asuntos que ella decide.

Así ha sido el control del gobierno federal desde hace siete años, con dos Presidentes (un hombre y una mujer) ejerciendo el control y dictando la agenda del país desde los albores del día.

Los ministros (así se le conoce en algunos países) no externan declaraciones fuera de ese ámbito y se sujetan a la mordaza impuesta y solamente con permisos especiales opinan sobre los temas que les son inquiridos.

De esa forma se evita que los miembros del gabinete tengan resbalones como sucedió en el pasado con algunos titulares de dependencias federales y con políticos de todo tipo.

Se recuerda la frase del secretario de Agricultura, Óscar Brauer Herrera, cuando aseguró que los campesinos estaban organizados para votar, pero no para producir.

O cuando Leandro Rovirosa Wade destapó a siete integrantes del gabinete como los seleccionados para que el PRI eligiera a su candidato presidencial.

O la de Alfonso Martínez Domínguez, jefe del DDF, negando la existencia de los Halcones, un grupo represor que participó en el jueves de Corpus del 10 de junio de 1971.

Pero no solamente los miembros del gabinete tienen resbalones, también los dirigentes partidistas han tenido esos desbarres, Jesús Reyes Heroles (quien después fue secretario de Gobernación) anunciando que para el PRI primero era el programa y después el hombre, en referencia al candidato presidencial de ese partido, nombre que fue develado unas horas después.

Otro presidente del PRI (partido poderoso en aquellas décadas de los 70 y 80), Gustavo Carvajal sentenció que aquellos que visitaban al ya expresidente Luis Echeverría recibían el beso del “diablo”.

Con la política aplicada por López Obrador, primero y Sheinbaum Pardo, después, se evita que los políticos incurran en situaciones que comprometan la marcha del gobierno federal. En el paso de los tiempos modernos del país, de la década de los 30 a la actualidad han transitado personajes que quedaron marcados por la picaresca nacional, por sus comentarios que muchas veces rayaban en el cinismo como aquella de uno de los principales caciques de San Luis Potosí, Gastón N. Santos, que decía que la moral era un árbol que daba moras, o una más reciente de Hilario Ramírez, un desconocido alcalde de San Blas, Nayarit, quien dijo que en su primer paso por es alcaldía había robado, pero solamente poquito.

Personajes cuestionados durante su transcurrir por los cargos públicos ha habido muchos, unos señalados por acumulación de poder y dinero. Otros por su torpeza para ejercer sus funciones.

En la actualidad también hay políticos con fama de pícaros, aunque hay quienes los consideran más allá de eso. Cuauhtémoc Blanco, diputado federal y exgobernador de Morelos; Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz; el fallecido gobernador de Puebla, Luis Miguel Barbosa; Layda Sansores.

Tal vez por eso, sea mejor que los actuales políticos, especialmente los del gabinete, se encuentren sujetos a guardar silencio y hablar solamente cuando se los pidan.

ramonzurita44@hotmail.com

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