Conocida como la Visa de Prometido, la Visa K-1 permite a los ciudadanos estadounidenses solicitar un permiso de entrada a Estados Unidos para sus parejas extranjeras, con el objetivo de casarse en un plazo de 90 días. Sin embargo, a diferencia de lo que generalmente se piensa, este es un proceso complejo y está sujeto a estrictos controles para garantizar que la relación es auténtica.
“Primero se debe presentar una solicitud inicial usando el formulario I-129F, que solo pueden completar los ciudadanos estadounidenses. En esta etapa, el Departamento de Migración verifica que el solicitante sea ciudadano estadounidense y que haya conocido a su pareja en persona al menos dos años antes de iniciar el trámite. No es necesario que hayan tenido una relación formal durante esos dos años, pero sí deben probar que se conocieron en ese periodo. Este primer paso sirve como filtro para asegurarse de que la relación tiene una base real, explica Luis Ochoa, Director de Operaciones de MEXUS Migración, firma de abogados especializada en asesoría migratoria.
Una vez aprobada la solicitud, el proceso pasa al consulado estadounidense en Ciudad Juárez, que es la única sede en México autorizada para realizar las entrevistas.
De acuerdo con el experto, el proceso, desde la presentación del formulario hasta la obtención de la visa, puede extenderse mínimo 20 meses, ya que se debe esperar tanto la aprobación de la solicitud realizada en Migración, que va de los 12 a los 15 meses, como la programación de la entrevista, que demora entre 6 y 8 meses adicionales. Este periodo de tiempo se debe a la cantidad de formularios y peticiones pendientes por parte de migración y varía según la carga de trabajo.
Entrevista, herramienta para controlar fraudes
La entrevista que se lleva a cabo en el consulado estadounidense en la frontera es clave en la detección de posibles fraudes. Por ello, los oficiales que se encargan de realizarla son expertos en técnicas de análisis conductual. Sus tácticas, generalmente, son inesperadas.
Luis Ochoa abunda, “va más allá de una simple conversación, es un proceso minucioso donde los oficiales están altamente capacitados para detectar posibles fraudes. Preguntan desde temas cotidianos hasta detalles personales para asegurarse de que los solicitantes tienen una convivencia real”.