En Matatlán, Oaxaca, la capital mundial del mezcal, la familia Los Macurichos ha dedicado generaciones a preservar no solo una bebida, sino una herencia viva. Para ellos, el mezcal es más que un destilado; es un refugio y una forma de honrar a quienes ya no están. “Cada gota es un tributo a nuestros ancestros, a la tierra que nos da sustento y a las generaciones venideras”, explican Gonzalo y Pedro Rosalino Martínez Sernas, hermanos y guardianes de esta tradición.
La tradición del mezcal no se trata sólo de técnicas, es un acto de amor hacia la tierra. El trabajo de las y los hermanos Martínez no consiste solo en destilar, es sembrar y proteger los agaves hasta seleccionar con precisión los mejores corazones, cada paso es un ritual que refleja siglos de conocimiento transmitido de generación en generación.
Los Macurichos son más que productores de mezcal; son guardianes de una tradición que resiste frente a la masificación. Cada botella cuenta una historia de compromiso y pasión por el destilado más puro de México.
Tras conquistar Oaxaca y consolidar su nombre a nivel nacional, ahora miran hacia otras latitudes, su meta es llevar la esencia del mezcal tradicional a personas que buscan autenticidad. No será un camino fácil, pero su fortaleza radica en lo que siempre han defendido: identidad y respeto por la tierra.
El documental “Largo trecho” que narra la historia de esta familia de mezcaleros vio la luz por primera vez en la Cineteca Nacional en la Ciudad de México. Esta producción es un homenaje a su resistencia, creatividad y pasión por el mezcal.
La cinta está inspirada en el libro homónimo lanzado en 2023 por el palenquero (maestro mezcalero) Gonzalo Martínez Serna, el cual muestra el vivir cotidiano de muchas familias que elaboran esta bebida en todo el país. En esta obra, el autor relata desde una perspectiva íntima la historia de su familia, originaria de Santiago Matatlán, Oaxaca. “Es un testimonio vivo de quiénes somos y de todo lo que hemos construido juntos”, concluye Gonzalo Martínez.