Cada mañana, me despierto con sed no solo en mi boca sino también en mi alma y mi espíritu y hay un clamor de mi interior que requiere conectarse con mi Dios.
Una noche tuve un sueño triste en el que me sentía avergonzada, apartada, acusada y señalada por el pecado. Y cuando desperté mi alma estaba callada, no clamaba como otras mañanas.
Así que me quise volver a dormir porque en mi cuerpo recordaba la alegría que hoy no tenía. Entonces mi alma despertó y cantó: su trono Él dejó, su amor me alcanzó, el infinito Dios ¡mi Salvador! A Jesús seguiré, pongo en Él mi mirada, veo su gran amor y canto sus alabanzas, a Jesús seguiré.
Y recordé que a pesar de todo el dolor y pena que sentía por mis pecados, Jesús fue capaz de bajar de Su trono y majestad en los cielos para venir a salvarme de todo ese peso que estaba intentando destruirme, por amor. Así que, conmovida por tanto amor, decidí seguirlo otra vez, y hacer lo que Él me diga.
Muchas personas pueden encontrarse en situaciones similares, y si tú has experimentado el amor de Jesús que suple todas tus necesidades, ponlo en práctica.
Baja del trono en el que Dios te ha puesto y corre a ayudar a alguno, por amor de Dios.
Pon tu fe en acción y ayuda a quien lo necesite.
Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?
¿Cree esto? Hable con Dios, lea la Biblia y descúbralo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Santiago 2:15-16
Email mujervirtuosa@instruccionespersonales.com
Facebook e Instagram, @InstruccionesPersonales