Abel Moreno López
El 19 de marzo de 1985 murió don Jesús Reyes Heroles, político, ideólogo, impulsor de la democracia… en ese momento, titular de la Secretaría de Educación Pública, a quien en esta fecha recordamos por sus importantes aportaciones como servidor público y como dirigente político…
Fue personaje imprescindible del proceso de reforma política. Su aportación ideológica y su pensamiento crítico en lo general siguen teniendo vigencia.
Dirigió el comité nacional del PRI entre 1972 y 1975, correspondiéndole entre otros aspectos promover la creación de las organizaciones de jóvenes y mujeres revolucionarias y dar un gran impulso al Instituto de Capacitación Política.
En 1973 formé parte de la tercera generación del ICAP en la ciudad de México y por lo tanto no fue difícil iniciar el seguimiento y la lectura del discurso reyesheroliano.
No abundaré hoy con más información sobre su trayectoria, porque estimo muy importante reencontrarnos con aspectos de su mensaje y para ello aquí quedan estas perlas de su sabiduría, verdaderas enseñanzas para comprender mejor el ser y quehacer de la política…
“La política demanda pasión, pero, a la par, mesura, sosiego interno, dominio de sí mismo, para no intentar dominar a otro u otros; aspirar a dominar las cosas y no a los hombres.
Sin política se pueden hacer muchas cosas, pero gobernar, en el poder o en la oposición, es imposible.
Acrecentemos el caudal que nos une y respetemos los modos de pensar contrarios al nuestro, para que éste también sea respetado.
Algunos confunden la democracia con el despotismo de los muchos. Para otros la democracia es un concepto seco y formal en que hoy los pueblos ya no creen.
Creemos en el valor y la eficacia de la política. Ella es tan limpia que ni los políticos sucios logran mancharla; ella es tan grande que ni los políticos pequeños logran empequeñecerla.
El engaño en política es tan difícil de ocultar como la verdad.
El partido postula candidatos, únicamente el pueblo elige diputados y el tiempo dirá si fueron o no legisladores.
El político debe estar conducido por la lealtad a las ideas que profesa, a las instituciones en que cree, a los hombres que en él confían.
En política la línea recta casi nunca es la más cercana entre dos puntos.
En política lo importante es convencer, persuadir, no improvisar.
En política siempre se elige entre inconvenientes.
En un país democrático, si las realidades cambian, cambia el derecho; pero también, mediante el derecho, se cambian las realidades.
Es más fácil ser dogmático que negociador, ser intolerante que tolerante; es más fácil dividir que juntar.
Es precisamente por la existencia de los problemas por lo que los hombres estamos obligados a hacer política.
Flotar no es gobernar.
Hay quienes esporádicamente intervienen en la política con ánimo de hacer una buena inversión económica. Intentan con estas intermitentes incursiones no sólo recuperar lo que consideran su inversión, sino multiplicarla de tal manera que produzca los más altos dividendos posibles en el mundo. Ni los negocios deben llevar a la política, ni la política a los negocios. La mezcolanza es hiriente.
Juventud y vejez, no son categorías biológicas, sino categorías espirituales.
La juventud es un estado anímico. Para ser joven o viejo la edad no cuenta; es más, para ser joven cabal se requieren con frecuencia muchos años.
La oscuridad de una sola idea o la falta de ideas produce ofuscación; la luz del enfrentamiento de ideas, de su lucha, no deslumbra, ilumina.
La política es demasiado seria para que sus acciones sean determinadas por el temperamento y la emoción, al margen de la cabeza. Sin emplear la cabeza muchas cosas se pueden hacer, pero no política.
La política es técnica de aproximación, no ciencia exacta.
La urbanidad en las relaciones políticas es requisito para la convivencia pacífica.
Los negocios no se compadecen con la política. Los hombres de negocios y los políticos ni deben confundirse ni, menos, caer en la doble función. Los únicos negocios que a los políticos o funcionarios nos deben interesar son los negocios públicos. Los negociantes, que se ocupen de los negocios privados.
Nada enseña más que una revolución. De ella provenimos, en ella nos inspiramos y de ella seguimos aprendiendo.
No olvidemos que nunca hay ausencia de poder. El poder que pierde el Estado, un partido, una clase o un grupo, lo obtienen casi automáticamente otros grupos, partidos o clases.
No pueden vencer aquellos incapaces de convencer.
No queremos luchar con el viento, con el aire; lo que resiste apoya. Requerimos una sana resistencia que nos apoye en el avance político de México.
Oponerse, inhibirse o temer a los cambios, será ignorar que toda época es, en el fondo, época de transición, puente entre lo que tiende a acabarse y aquello que está naciendo, que tiende a surgir.
Para ser legislador se requiere ser político. Nuestros diputados tienen la función práctica y tradicional del actuar como gestores del pueblo, como verdaderos procuradores de los pueblos, procurar el pequeño y limitado bien de las colectividades, las circunscripciones territoriales a través de las cuales la voluntad se expresa y exige con avidez.
Problema que se soslaya, estalla.
Puerta abierta para que se vayan los oportunistas, mal que sufre cualquier partido.
Quienes no conservan algo del pasado, difícilmente construyen algo para el futuro.
En política, se avanza, no se brinca.
Se puede ser político sin dominar todos los apetitos; pero no se debe ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza.
Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo.
Tan importante es la meta, el destino, como la ruta, el camino.
Una sociedad sólo conserva en la medida en que puede cambiar, pero, a la vez, una sociedad sólo cambia en la medida que puede conservar.
En política lo que por el elevador sube, por el elevador baja.
Para ejercer con vocación y acertadamente la actividad política se requieren las tres ces: corazón, cabeza y carácter. Corazón para sentir los problemas colectivos como si fueran propios, para convertirlos en metas vitales; cabeza para, con frialdad y serenidad, eludir obstáculos y vencer resistencias, calcular riesgos, sobre todo riesgos de la colectividad en la que se influye, y carácter para no intimidarse ante las incomprensiones, los ataques y las maniobras, para no ausentarse ante los problemas y, menos, ante las soluciones exigidas por los mismos problemas.”
Los discursos políticos de Jesús Reyes Heroles, siguen siendo hoy una valiosa enseñanza y una permanente invitación a la reflexión y la autocrítica… Hasta la próxima…