dom. Dic 22nd, 2024

Gerson Gómez

No son los abrazos de Andrés Manuel. Menos el órgano de inteligencia del estado. Los vacíos legales permiten a las fuerzas armadas, la tropa de aire, mar y tierra, para tener patente de corso contra los ciudadanos. Con el ejercito nadie se mete. Ni las tropas del infierno. Los suicidas centroamericanos egresados de los kaibiles o de la mara salvatrucha. También los generales han manchado sus uniformes con los cañonazos del crimen organizado. La autoridad civil cuida las formas. Los intocables viven dentro de las diferentes regiones militares. El uso de la tecnología de avanzada, sin la necesidad de madrinas o de rumores de los desertores, hace visible a los 126 millones de mexicanos en territorio nacional. Periodistas, empresarios, movilizadores sociales y hasta quienes caen dentro del logaritmo, con ciertas palabras en su búsqueda, enciende las señales de alarma. Filtrados los millones de comunicaciones, el ejercito comisiona a sus efectivos para dar seguimiento. Carros de motor encendido y climatizado, a media calle con uno o dos tripulantes, en las cocheras de los vecinos para conocer los hábitos de vida. Las fuerzas armadas cuidan de sí misma. La gobernabilidad de sus actos. Disculpas por fuegos cruzados o por daños colaterales. Los códigos de justicia al interior son secretos y cerrados. No enteran a quienes han empañado o desertado para servir a los amos de la droga. De las fuerzas armadas nadie nos salva. Ni el mesías de Macuspana ni su carnal, el secretario de relaciones exteriores. sonico2@hotmail.com

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