Antes de la honra, está el servicio, a menos que lo busque en el diccionario, (porque es el único lugar donde lo encontrará primero).

Aunque Cristo siempre fue igual a Dios, no insistió en esa igualdad. Al contrario, renunció a esa igualdad, y se hizo igual a nosotros, haciéndose esclavo de todos. Como hombre, se humilló a sí mismo y obedeció a Dios hasta la muerte y de la forma más deshonrosa de su tiempo: ¡murió clavado en una cruz!

Jesús no se aferró a sus privilegios sino que se despojó de todos ellos y esto lo llevó a una entrega total y a una exaltación postrera mayor que la primera, porque se propuso servirnos a usted y a mí para salvarnos.

¿A qué se aferra usted hoy? Tal vez es una herida o una persona, quizá una costumbre, una actitud o un vicio, y ha hecho de ello su riqueza, su ídolo.

Y es que un ídolo es todo lo que fabricamos a nuestra semejanza, conforme a nuestras ideas y en quien depositamos nuestro tiempo, pensamiento, palabras, seguridad, dinero y confianza.

¿Qué le quita el sueño? ¿qué le duele? ¿qué debe perdonar? Deje de aferrarse, despójese de ello y póngase a servir a otros, ríndase a Dios y verá que si busca primero Su reino y Su justicia todo lo demás vendrá por añadidura.

¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo.  Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.

Fl.2:5-11 | Mt 6:33

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