Gerson Gómez
Cada voto, sin excepción, cuenta como uno. Igual para quien no sabe leer o escribir hasta postdoctorado. Militantes de la coalición Medusa. Superfluos de Movimiento Ciudadano e incluyentes de MORENA.
La diferencia radica en quienes saldrán a sufragar. Llevados por la avaricia de la venta de ideales. Al recogerles sus identificaciones del INE. En el listado de los siervos de la nación. Coyunturales al apostar a quien consideran posible triunfador.
Toda la elección del año 2024 está en manos de los ciudadanos. Desde la organización, el sufragio, los conteos y la alimentación del PREP.
Habrá, como siempre, dolo en muchos periodistas. Falsas encuestadoras darán información lastimera. En los cuartos de guerra, a lo largo del día, el optimismo se desgatará.
Entre quienes van al frente o los decepcionados. Al amarrarse las promesas de campaña o la de otros años viviendo fuera del presupuesto.
Para todos, de los 18 años en delante, la vorágine de la pasión. Los adultos mayores tienen fe en un régimen alimentado por el clientelismo de los programas sociales.
A los chavales y primeros votantes, el grueso de la población, la sobresaturación de anuncios partidistas les produce aberrante, cansino y lo de siempre.
Nada va a cambiar. Los de arriba seguirán robando. Los de abajo, la resignación perene del ya merito.
Pasaran mil años, en la exageración fantástica, sin cambiar en absoluto. El lunes, posterior a la jornada, deberán ir a la escuela, a los centros laborales. Seguir en el paro, del segundo día de la semana, al sol.
Los periodistas mal intencionados, harán un mea culpa. Nos equivocamos en nuestras advertencias. No será Cuba o Venezuela, los siguientes años. Tampoco Dinamarca, Finlandia o Noruega. Seremos México. Solo eso.
Una nación cruzada por fuego.