sáb. May 18th, 2024

Gerson Gómez Salas

Conocimos la escaleta de la serie hace varios años. En el despacho del barrio antiguo del documentalista. En cada una de las escenas. Datos bastantes solidos sobre la vida en San Pedro Garza García.

El ideólogo, Diego Enrique Osorno, plantea variantes sobre la vida idílica, las directrices en el estado de Nuevo León.

Sin necesidad de mencionar a su mecenas, con quien trabajó en el proyecto “El Alcalde”, Diego ha podido acercarse a testimoniar muchos actos de la vida nacional. Desde la insurrección armada en Oaxaca, El Cartel de Sinaloa, el Cartel de los Zetas y ahora merecedor al premio anagrama de crónica.

La Sierra Madre es el bunker donde los privilegiados pasan sus días. Como se relacionan entre ellos. En las elecciones de sus mesas directivas en el club social, en los directorios de las empresas y hasta en el seguimiento amoroso de sus vástagos.

Podrá parecer insulsa, tediosa y aburrida si se compara con la comedia de Cindy La Regia. En Sierra Madre no existen buenos o malhechores. Aparecen colaboradores, incondicionales, analfabetas de pésimo gusto coleccionista.

Para entenderla, como spin off, debería llevarse a la pantalla primero Nostro Grupo de Irma Salinas Rocha. Con esa línea de tiempo entendería la gente de Polanco, los arribistas de Santa Fe, los archiduques de Las Lomas y demás gentrificados en el país, la calidad de hampones en la ciudad metropolitana de Monterrey.

De arranque, solo dos capítulos y compra de planas completas en los diarios locales, ni siquiera atrae la atención de los regiomontanos fosfo fosfo.

El documentalista cae en los mismos lugares comunes del apasionado mirón: le sucedió con la errática historia del poeta Samuel Noyola y también en la desconcertante narración del legendario Alejo Garza.

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