Gerson Gómez Salas
Todo circo mediático. Las apariciones de Mariana Rodríguez frente a la prensa representan el verdadero rostro de la irracionalidad.
Acusa sin pruebas a desconocidos de amedrentar o de modificar el resultado de la elección para la alcaldía de Monterrey.
Mariana olvida los juegos sucios de Samuel García, su esposo y gobernador de Nuevo León, dilatar los pagos quincenales de los agentes ministeriales, al poder judicial y hasta el personal del Congreso del Estado.
Culpa a Adrián de la Garza como también a Francisco Cienfuegos de operar para su derrota denigra a quienes acudimos a las urnas.
Adrián y Francisco son el remanente de los trabajos políticos de Natividad González Parás. Las últimas cartas útiles del priismo estatal. Después de ellos no queda nada de contrapeso. Ni siquiera el PAN, después de Larrazábal, Adalberto Madero, Felipe de Jesús Cantú.
La caída estrepitosa de los neopanistas dio el nacimiento a una tercera opción. Movimiento Ciudadano rejuveneció a las cupulas apolilladas y corruptas del PRI y el PAN.
Desapareció al PRD del 3%. Al PT solo en la zona de influencia territorial de Tierra y Libertad en las faldas del Cerro del Topo Chico.
Amarga experiencia la del ex priista avenido a independiente Jaime Rodríguez Calderón. Los neoloneses testificaron la encarcelación del ex gobernador sin partido. Negoció directamente con Samuel el acuerdo de prestar su estructura electoral al servicio de Movimiento Ciudadano.
Mariana Rodríguez no ama Monterrey. Ni siquiera conoce los alcances de la palabra. La excandidata perdedora se encuentra entrampada. Intentará tumbar en los tribunales electorales y frente a la opinión pública a los caídos Adrián de la Garza y Francisco Cienfuegos. Oxigenar los siguientes tres años de Samuel García. Frente a un congreso estatal de diputados adverso.
Con deseos de ver al Secretario de Gobierno y al Gobernador en el interminable laberinto de caer al vacío de poder.