¿Alguna vez has trabajado en atención al público? Hace tiempo trabaje en una oficina de Registro Civil y a necesidad de atención es apremiante, algunas personas son muy educadas, otras no tanto, los trámites de nacimiento, divorcio, matrimonio, reconocimiento de un hijo o alta de una defunción puede hacer variar muchísimo las emociones de la gente, algunos nerviosos, otros alegres, algunos tristes y hay uno que otro que llega furioso.
Un usuario tras otro tiene una necesidad que requiere una solución rápida y si la persona que está atendiendo tiene que moverse de su lugar en su turno hace que el ambiente se ponga tenso inmediatamente, nadie quiere que se haga una pausa en su turno.
Y recordar esos tiempos me hace pensar en la cantidad de enfermos y dolientes que se acercaban a Jesús en los tiempos de los discípulos.
Jesús dedicaba toda la jornada a atender a todo el que viniera a Él, desde el amanecer hasta el anochecer y la Escritura dice que: sanó a todos. ¡A todos!
Me imagino a Jesús a sus 10, 17, 23, y 29 años, viendo toda la necesidad a su alrededor y esperando porque aún no había llegado su tiempo.
Pero también me imagino que cuando el cielo se abrió y una voz de lo alto confirmó ante todos los presentes que Él era el Hijo amado en quien Dios tenía complacencia, Jesús supo que había llegado el tiempo de sanar A TODOS los que se acercaran a él y no había tiempo qué perder.
Tanta misericordia por dar hacía a Jesús despojarse de todo ante las multitudes, pero hubo un día en que Jesús se alejó de todas ellas, porque era necesario que fuera a buscar a una mujer samaritana.
En el plan de Dios estaba salvarlos a todos, pero también estaba apartarse de todos para tener una conversación revolucionaria con una mujer despreciada.
Jesús hoy se aparta de las multitudes porque tú eres valioso en Sus planes y le es necesario venir a encontrarse contigo para transformar todo un pueblo.
Ahí donde crees que nadie te ve, ahí donde vienes a desahogar tu frustración con exceso de trabajo, ahí donde el sol flagela tu cuerpo porque crees que te mereces todo el dolor del mundo, ahí donde lloras en silencio por todo lo que te han defraudado, ahí donde escondes las heridas de tu corazón bajo una piel de hierro, Jesús, aunque cansado del camino, te está esperando.
¿Cómo sabe Él lo que necesitas? Él no es cualquier hombre, Jesús es el Hijo de Dios y conoce las profundidades de tu alma y quiere saciarla.
¿Si reconocieras tu sed… le pedirías que saciara tu alma?
Con seguridad te digo: Si le pidieras, Jesús te daría lo que necesitas.
¿Cree esto? Hable con Dios, lea la Biblia y descúbralo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Juan 4:10 | Mateo 8:16 | Juan 4:19
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