Por Manuel CARMONA
Tal como lo dispone el artículo 40 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, nuestro país está constituido bajo la figura de una república democrática donde se hace lo que manda la mayoría, (aunque no siempre le asista la razón) así están definidas las reglas de nuestro régimen de gobierno.
Y fueron esas mayorías en la dos cámaras del Congreso de la Unión las que aprobaron una iniciativa del Poder Ejecutivo para reformar la Constitución, para que a partir del primero de septiembre del 2025, los juzgadores del PJF sean electos por voto popular, pese a los inconvenientes (no ideológicos , ni políticos) solo técnico-jurídicos que fueron expuestos por los mas brillantes juristas del nuestro país.
El caso es que con la aprobación de ambas cámaras del Poder Legislativo el debate ha terminado. Ahora se viene un periodo breve de trámites burocráticos para dar por concluido el proceso legislativo (por cierto, exageradamente desaseado) y publicarlo en el Diario Oficial para que al día siguiente entre en vigor.
Por eso ha llegado el momento de darle vuelta a la hoja. La vida debe continuar.
La sociedad llevó a una victoria aplastante al partido en el poder el pasado 2 de junio y solo esa misma sociedad hará que se mantenga por muchos años ó en su momento (nadie podría saber cuándo) podría retirarle eventualmente su respaldo.
Por lo pronto hay que dar cumplimiento a lo legislado. La ley es la ley y habrá que someterse a ella, no hay más.
No obstante, resulta imposible no hacer una evaluación de lo ocurrido y a mi parecer como ocurre casi siempre los legisladores de oposición, diputados y Senadores le quedaron a deber a su base de respaldo: 22 millones de mexicanos que votaron por ellos, pues no supieron argumentar, convencer y menos detener este alevoso atropello a la división de poderes y al corazón de la república.
Pero no nada más quedaron a deber los legisladores de oposición, sino también los partidos como el PRI, el
PAN y Movimiento Ciudadano, que no fueron capaces de dar el acompañamiento adecuado a sus bancadas en el Congreso para enfrentar la embestida oficial ni tampoco destinar su tiempo a informar a la sociedad, para contrarrestar la guerra sucia del Poder Ejecutivo y del Legislativo para tomar por asalto y someter al Poder Judicial.
En este amargo trance para la democracia los políticos también fallaron vergonzosamente, pues fue muy notoria la ausencia de figuras como Xóchitl Gálvez, Jorge Álvarez Maynez, que sacaran la cara y que se pusieran al frente de este claro descontento en un determinado sector de la sociedad.
De igual forma personajes de la sociedad civil como Lorenzo Córdova, Claudio X. González, Guadalupe Acosta Naranjo del Frente Cívico Ciudadano y de la llamada Marea Rosa también desaparecieron del mapa.
Por el contrario, lo único que sí quedó de manifiesto fue la torpeza, ingenuidad y lentitud de reflejos con la que reaccionaron Alito, Marko Cortés y Dante Delgado, que fueron vilmente “chamaqueados” por los Yunes padre e hijo y por el “escapista” de Movimiento Ciudadano Daniel Barreda, que puso muy en claro que su familia es más importante que su trabajo como Senador, por lo que debe quedar claro que de ninguno de los antes mencionados puede esperarse absolutamente NADA en el futuro.
Como vamos a salir de esto? Recuperar la república y el juicio de amparo? No serán los políticos la solución, eso debe quedarnos muy claro. Será la propia sociedad civil organizada la que en su momento hará lo conducente.
La misma sociedad civil que se movilizó, que salió a la calles y que visibilizó su rechazo a la reforma constitucional, representada en el rostro de miles de trabajadores del Poder Judicial Federal, así como docentes y alumnos de las Facultades de Derecho de universidades públicas y privadas de renombre, quienes reaccionaron con gallardía y dignidad durante semanas para tratar de hacer presión y evitar la reforma en los términos que fue aprobada.
La sociedad civil organizada que fue reprimida por granaderos el pasado 11 de septiembre en las inmediaciones de la casona de Xicoténcatl de la Ciudad de México, designada como sede alterna del Senado, será la que seguramente seguirá en movimiento.
Será la propia sociedad civil que encumbró al hoy partido dominante en las elecciones del pasado 2 de junio , la que mañana, en un año o en una década, no hay manera de saberlo, pero un día se encargará también de removerlo, eso es ineludible.
No será ningún político, caudillo o súper héroe quien nos salve, eso ya está muy estudiado y documentado desde hace 165 años.
En 1859 en su libro “Contribución a la Crítica de la Economía Política” el sociólogo y economista Carlos Marx planteó la teoría del materialismo histórico en la que recopila investigaciones del filósofo Federico Hegel, el economista Adam Smith y el sociólogo francés Joseph Proudhon entre algunos otros, a partir de lo cual llegó a la conclusión que es la dinámica social la que produce las transformaciones de los pueblos y no las decisiones de alguien en lo particular.
De momento no nos queda más que disfrutar lo votado, además de concederle un poco de razón a la sobada y parroquial expresión obradorista de que solo el pueblo puede salvar al pueblo…porque sus políticos NO.
- El autor es abogado, escritor y analista político.