sáb. Nov 9th, 2024

Ma. Renata Díaz Leal von Versen 

Tras una crisis política que derribó a Antti Rinne de la Jefatura del Gobierno de Finlandia, Sanna Marin del Partido Social Demócrata de Finlandia (SDP) con 34 años recién cumplidos fue elegida sucesora del cargo ejecutivo finlandés, instaurándose como la primer ministra más joven del mundo. 

Después de la sacudida política, Marin llega al poder con aires de esperanza para la rama más progresista del país, pues se ha posicionado como una fuerte defensora del medio ambiente y de la equidad de género. Sin duda el panorama pinta para un importante avance en la vida política y social del Estado nórdico.

Si bien, es bien sabido el amplio desarrollo de Finlandia en los diversos ámbitos: educativo, social, político, económico (…); pero llama a la atención el hecho de que Sanna Marin no solo se posiciona como una celebridad por su género y edad, sino que viene de una familia homoparental supuestamente de un nivel socioeconómico no tan beneficiado; una realidad que parece estar bastante alejada en México. 

Diversos han sido la pronunciaciones de la derecha en México comparando el progresismo mexicano con el de los Estados europeos, situando sus resultados como meta; sin embargo, se presentan ciegos en estos casos, pues mientras en Finlandia se materializa el respeto a los derechos humanos y la igualdad de género, en México se pugna por un progresismo excluyente. 

Y es que justamente la educación juega un papel importante en estos dos escenarios divergentes, pues mientras en México los niveles de educación son deficientes, la distribución del presupuesto está pésimamente gestionada y la investigación parece desaparecer paulatinamente, en Finlandia el World Economic Forum expone que en el país nórdico cuenta con uno de los mejores sistemas educativos en el mundo, pues pone mayor énfasis en la educación temprana, promueve los valores de cooperación sobre los de competencia, promueve la investigación, entre otros aspectos relevantes. 

Así mismo, la misma Marin atribuye a la educación a la que tuvo acceso los logros de su trayectoria laboral. Qué ironía que en México se pugne por un desarrollo económico acelerado y competitivo con Europa mientras se denigra la importancia que corre el ámbito social y educativo. En este sentido, el pretendido crecimiento económico no se concretará mientras subsistan en el país esfuerzos que repriman los derechos y libertades de las distintas esferas e identidades sociales.

Ciertamente este evento se replica por todo Latinoamérica, especialmente es fácil caer en el pretendido progreso de género, pues mientras algunos aluden una victoria al pronunciamiento de Jeanine Añez como presidenta interina de Bolivia, esta exlegisladora , en el periodo que lleva en el mando, ha impulsado una serie de medidas represivas y violentas en contra de las fracciones indígenas opositoras, a tal nivel que se le acusa de crímenes de lesa humanidad; así mismo, retomó el acercamiento católico a los intereses del Estado, pasando por encima de los principios y disposiciones jurídicas de separación eclesiástica de los asuntos estatales; y se posicionó a favor del dirigente interino de Venezuela Juan Guaidó, quien por cierto, es acusado de múltiples casos de corrupción junto con otros diputados del Estado venezolano. 

Así que no, que Bolivia tenga una gobernante de facto mujer no indica progresismo y un logro en el proceso de emancipación de la mujer, mucho menos el triunfo de la democracia, pues da continuidad con la gestión represiva y violenta del Estado; más bien indica el fortalecimiento de la derecha en América Latina; y es que el problema reside en que se hace una apropiación de la discursiva del movimiento social para el posicionamiento de los intereses de la facción que acecha el monopolio del poder.

En México esta realidad es latente, pues mientras se le da promoción a la presunta victoria de la paridad de género, la realidad es que la mujer sigue careciendo de un espacio efectivo en el espectro político, pues ésta es usada únicamente para cumplir con una cuota impuesta, pero su presencia no tiene efecto material, ya sea por falta de alineación a los grupos de poder, caso en el que su aportación pasa desapercibida y sin efecto; o bien, por alineación, en donde su actuación está condicionada por la agenda política del partido o grupo. En ambos casos, ninguna de las dos logra materializar resultados efectivos para la democracia en el Estado, del mismo modo que el nombramiento de Rosario Ibarra en la CNDH implico una imposición ilegítima y que Belén Sanz Luque como representante de ONU Mujeres en México terminó por promocionar una campaña que parece justificar la violencia de género por “ignorancia”. 

Al otro lado del Atlántico hay un país donde el progresismo social ha llevado al desarrollo político y económico; en América Latina el intento de desarrollo económico ha llevado a la ruina social y atrofio político. Que nuestro feminismo no se desvincule de los ideales de la democracia, la justicia y la inclusión, ni mucho menos justifique y defienda el yugo político y social. 

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