dom. Oct 27th, 2024

Óscar Tamez Rodríguez

El presidente de México anunció que al terminar su mandato se retirará de la vida pública, su definición de retiro equivale casi a convertirse en un fantasma, una leyenda.

No participará en cosa pública alguna, ni siquiera como pasatiempo, no acudirá a eventos culturales o sociales; exagerando diría que ni a los bautizos de nietos. Cancelará su teléfono y literalmente dijo: “desaparezco”, si lo cumple provocará “Lágrimas y risas”.

Muchos aspiramos al triunfo, el reconocimiento social por nuestras contribuciones a la comunidad, la cultura, la economía o algún aspecto de interés público.

Algunos buscamos trascender en la historia, otros en el deporte, unos más en la filantropía. Los políticos lo hacen a través de la política y su proyección en el servicio público.

Antaño, los políticos pretendían construir una carrera sólida, por décadas, esa que al final del camino les permitiera reconocimiento social. Hoy la política no es el mejor camino para lograr la trascendencia, el oficio se ha devaluado.

No se trata de ego o vanidad. El prestigio es un elemento social que se adquiere por reconocimiento de la comunidad y conlleva el interés de legar a la siguiente generación un nombre del cual enorgullecerse. Esto no es vanidad, es la búsqueda de respeto y honorabilidad.

Durante la mal llamada etapa neoliberal, algunos políticos vieron en la política y el servicio público una forma de enriquecimiento rápido y abundante. Ser dirigente de un partido político, para unos, representaba el camino a una economía boyante con dinero sin fiscalizar.

Lo mismo sucede con el servicio público en donde hubo quienes lo asociaron con corrupción y una forma de enriquecimiento ilegal.

¿Qué hace un presidente luego de su mandato?

El presidente de cualquier país ha llegado a la cúspide de su aspiración profesional, no hay una meta política superior, lo que sigue son espacios menores.

En la tradición de la hegemonía priista, el presidente desaparecía el sexenio siguiente, algunos por voluntad propia y otros exiliados. Echeverría fue mandado de embajador a un sitio donde, como dice el presidente, quedó desaparecido.

López Portillo se fue a España y luego regresó al país. De la Madrid es el único caso de la historia presente, quien no se exilió ni lo corrieron, él encontró en la cultura su refugio, en el sexenio de Salinas fue el titular del Fondo de Cultura Económica con excelentes resultados, en opinión personal fue mejor director del FCE que presidente.

Salinas fue exiliado por Zedillo luego de su huelga de hambre en la colonia Solidaridad de Monterrey. Zedillo mudó su residencia a EUA y algunos sitios de Europa en donde se desempeñó como miembro del consejo en diversas empresas, muchas de ellas, beneficiadas en su sexenio, lo cual abrió puertas a las dudas sobre el conflicto de intereses.

Fox no se exilió, se quedó a estorbar a Calderón los seis años; bueno, recorrió el país y EUA dando conferencias y al interior del PAN entorpeció todo lo que pudo a su sucesor.

Calderón se hizo académico. En EUA impartió cátedra y luego retornó al país a impulsar la carrera política de su esposa desde la oposición al PAN. Peña se volvió un rockstar.

Es sano que después de su mandato, el presidente se retire a su rancho en el sureste, algo difícil de creer en un ser político e hiperactivo como él. Seguro dedicará algún tiempo a escribir sus memorias, a leer, a darse gustos.

Una duda: ¿De qué vivirá sin recursos ni pensión?, ¿Usted le cree que de regalías en sus libros? Yo igual que usted. ¿Arrastrará a doña Beatriz y a su hijo menor al ostracismo autoimpuesto?

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