sáb. May 18th, 2024

Cosas del Tony

Por: Antonio Sánchez R.

Los Camaleones son una familia de pequeños reptiles escamosos. Existen cerca de 161 especies de ellos, la mayor parte en África, al sur del desierto del Sahara. En América se suele llamar camaleones a algunos reptiles que nada tienen qué ver con ellos. Son famosos por su capacidad para cambiar de color, según las circunstancias, lo cual le permite esconderse de sus depredadores.

A estas especies de reptiles muy especiales, habría qué agregar una más: Camaleonis Politicus. Sí, es particularmente llamativo el hecho de que ciertos especímenes que también se arrastran por donde quiera y a los que ya no les provoca ningún sonrojo cambiar de color, cada vez aumentan más en número… y en ambiciones.

La “temporada de chapulines” está siendo sustituida en los últimos tiempos por la de los “camaleones”, mismos que han adquirido, también, la capacidad no sólo de cambiar de color, sino también de ir brincando de aquí para allá, según se vaya presentando el panorama.

La fauna política se encuentra bastante poblada de especímenes camaleónicos, tanto, que es muy difícil describir con precisión dónde podría saltar (o asaltar) alguno de los que de repente se transforman, adquieren su nuevo camuflaje y se presentan ante la gente como la “novedad”, cuando se sabe que tooooda la vida vivió y se enriqueció gracias a otros colores.

Ya hablando en serio, el espectro político que estamos viviendo es patético y vomitivo. Pocos son los políticos que se mantienen fieles a una doctrina, a una disciplina o a una filosofía determinada. La convicción no existe. Los ideales se han perdido y lo único que se persigue, ahora, es el interés personal, el adquirir una determinada posición para seguir enquistado en la ubre oficial.

Se ha perdido seriedad, se ha perdido categoría, hemos entrado en una especie de túnel el que no es raro ver que aquellos que juraban y perjuraban fidelidad a ciertas siglas y colores, hoy deambulan por el mundo con una vestimenta muy distinta a la que portaban en el pasado. No es que quiera decir que los tiempos pasados fueron mejores, pero en verdad, hay muchas cosas del pasado que resultan muuuucho mejores.

Hace no muchos años, unas tres décadas, si alguien “decidía” cambiar de partido, la etiqueta de “chaquetero” no se la quitaba nadie y, a menos que tuviese buenos “agarres”, su carrera política estaba destinada al fracaso, terminada, no había futuro para esos políticos que aceptaban un cambio por nada.

Actualmente, es diferente. Líderes sindicales, ex funcionarios públicos, ex funcionarios de elección popular y hasta dirigentes partidistas, no titubean para nada cuando les avientan el “anzuelo” para integrarse a algún otro partido, sobre todo si se trata de los que están en el poder, local o federal. Porque han de saber ustedes, amables lectores que, ahora, aquellos que van a hacer uso de sus capacidades “camaleónicas” no la brincan sin huarache.

Para cuando se presenta la defección a un partido y posterior “suma” a otro, el político “camaleón” ya recibió algún “beneficio” que no baja de las $iete cifra$. Alcaldías y diputaciones locales han cambiado de color y no precisamente por convicción política, sino más bien por convicción económica. La lista es larga, pero hay una pregunta: ¿de dónde salió la lana para comprar esas “voluntades”.

Es serio el asunto y hasta digno de ser tratado de manera especial, incluso se convierte en tema a ser llevado como iniciativa legislativa para una reforma constitucional, pues no es posible que un alcalde, un diputado local o hasta un suplente de un diputado local cambien de partido en el ejercicio de sus funciones, con todo lo que implica todo ello.

Debería de haber más seriedad en todo esto pero…, hace muuuuchos años que dejó de haber seriedad en la política pues ahora, la frivolidad, mesclada con arrogancia y no poca prepotencia se han enseñoreado, se han apoderado de la política y, la neta, vamos en caída libre.

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