El reto es amar como Cristo amó.

Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente, porque ya saben que el Señor les dará la herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor, dice Pablo a la iglesia en Colosas.

No como a mí me gusta, ni como al otro le gusta, porque así limitaría el amor a mi comprensión, a mi capacidad y a mi voluntad, pero si pongo los ojos en Jesús y lo dejo que actúe en mí, cosas sobrenaturales empezarán a suceder.

Si tú te concentras en amar a Dios y en complacerlo antes que a cualquier persona, pronto estarás amando y complaciendo a otros generosamente, porque primero es Él y ya que empieces a establecer Su reino en tu vida y actúes con justicia, todo lo demás se volverá posible ¡y real!

¿Cómo te vas a dar cuenta que está funcionando? Vas a ver cambios. Las personas te empezarán a hacer preguntas como ¿qué te pasó?, ¿por qué tan contento?, ¿qué estás haciendo para ser feliz? 

Y van a querer saber tu secreto y tú les descubrirás que no hay secreto, solo se trata de amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas, en todo momento y dejarte guiar por Él.

El mundo necesita amor, pero no cualquier clase de amor, necesita el perfecto amor que echa fuera todo temor, el que cubre multitud de errores, el que suple cualquier necesidad, el que entierra los pecados: el amor de Dios, y para que el mundo cambie, primero debes experimentarlo tú y practicarlo con tu familia.

Practique este reto: Amar a mi prójimo con la misma entrega que Jesucristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.

¿Cree esto? Hable con Dios, lea la Biblia y descúbralo.  Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.

Colosenses 3:23-24 | Efesios 5:25 

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