En la parábola, el señor dijo al siervo que fuera por los caminos y vallados, en los cinturones de pobreza donde estaban los marginados y los forzara a entrar hasta que se llenara su casa.
Inicialmente, el siervo había salido por los invitados y ellos, uno a uno, se negaron a asistir ofreciéndole excusas, por esta razón, el dueño de la fiesta mandó por los repudiados.
Jesús vino al mundo y fue a preparar espacio en la casa del Padre para recibir más invitados, más amigos, más hermanos.
Los invitados que se excusaron, no fueron molestados más, a ellos no se les insistió, sino que se les respetó su decisión, pero a los denigrados, a los viles y menospreciados, el Señor le dijo al siervo: fuérzalos a entrar.
¿Quiénes somos nosotros en esta historia? Los invitados o los depreciados, porque a los primeros se les respetará su decisión, pero los otros serán obligados a tomar su lugar.
Pongamos atención a la enseñanza, porque ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará de Su cena.
Oremos para que el Señor quite toda excusa de nuestra mente y nuestro corazón y consideremos como nuestra única obligación, atender Su voz y obedecerle.
¿Cree esto? Hable con Dios, lea la Biblia y descúbralo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Lucas 14
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