Mi flaquiguapo, el más pequeño de mis hijos me corrije cuando me equivoco y hablo de la suerte, y me recuerda que no es suerte, es bendición.
Porque toda gracia y don perfecto, viene de Dios, no es producto del azar ni escapa al diseño del Creador.
En el caso de la mala suerte, o consecuencias, algunos le dicen karma, pero en realidad es el principio que Dios estableció de la siembra y la cosecha, que nos alcanza a todos, siempre.
Sin embargo, esta es la buena noticia, que por el arrepentimiento y la fe en Jesucristo, recibimos misericordia, y el resultado natural de nuestra mala siembra, Dios lo transforma de forma sobrenatural y lo usa para nuestro propio bien.
Tan segura estoy porque he sido como esos obreros de la viña que entraron a la labor tarde pero a los que igual se les pagó el jornal completo.
Examine su vida y evalúe lo que ha cosechado: ¿No le gusta lo que cosecha? ¡Cambie lo que siembra!
¿Reconoce que sembró mal en el pasado y tiene temor de lo que va a suceder en el futuro?
Pídale a Dios la oportunidad y verá que Él puede hacerlo todo nuevo.
¿Cree esto? Hable con Dios, lea la Biblia y descúbralo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Gálatas 6:7 | Mateo 20:1-15
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