mar. Dic 10th, 2024

De frente y de perfil 

Ramón Zurita Sahagún 

Cuando las campanas tañen hay que poner atención en su repicar y escuchar su eco para entender el mensaje que envían.

Hay quienes desoyen el tono y dejan pasar el mensaje, pero existen otros que ponen especial atención en el llamado que se hace.

En política es muy importante leer entre líneas y saber como reaccionar cuando el llamado es de quien emite las palabras mayores y el tono en que las pronuncia.

Son pocos los mensajes crípticos, pero muy enfáticos y se sabe sobre quién van dirigidos los dardos.

La palabra mayor se pronuncia solamente una vez y después de ello si no se reacciona vienen las acciones, algunas mayores, otras menores, pero ya sin amonestaciones de por medio.

Depende del tipo de gobernante que las emite y del tono y el ámbito en que se pronuncie, pero de lo que es seguro es de que no habrá una segunda admonición.

La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha mostrado su peculiar estilo de gobernar, aunque no logra convencer todavía a ciertos sectores que todavía la contemplan como ejecutora de las palabras y acciones de quien le antecedió en la administración pública y hoy dedica su tiempo (aseguró él mismo) a la escritura de libros.

Mucha tinta corre sobre dónde se encuentra el anterior Presidente de México y a qué dedica su tiempo libre, sin que nadie lo sepa con certeza, pero, eso sí, se le cargan todavía mucho de los eventos ocurridos en el pasado mes de octubre y los primeros 20 de noviembre, es decir los primeros 50 días del gobierno de Sheinbaum Pardo.

 Ese sector de críticos cree que Andrés Manuel López Obrador continúa ejerciendo el poder, como en el pasado lo intentaron tantos otros más que no tuvieron el final esperado.

Desde los tiempos de fundación del hoy alicaído partido tricolor, el creador de esa organización política pudo manipular a tres de los primeros Presidentes surgidos de esa corriente (Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez) pero topó con pared con el cuarto, Lázaro Cárdenas, el que lo obligó a salir del país y refugiarse por 10 años en Estados Unidos. Calles creyó tener todos los hilos en la mano y con sorpresa fue informado de su partida de México.

Los siguientes Presidentes decidieron actuar con plomo con sus sucesores y hasta obtuvieron nuevos cargos dentro de la administración pública federal. Pequeños, tal vez, pero que los mantuvieron ocupados.

Luis Echeverría no entendió aquella máxima de Fidel Velázquez de que los expresidentes ya habían bailado y ahora les tocaba quedarse sentados e intentó continuar maniobrando en los tiempos de José López Portillo mediante sus alfiles Porfirio Muñoz Ledo y Augusto Gómez Villanueva, hasta que JOLOPO se hartó, mandó a Echeverría a las Islas Fiji y despidió a los otros dos de los cargos de secretario de Educación Pública y líder de los diputados del PRI.

Carlos Salinas intentó usar sus influencias para entrometerse en asuntos que le correspondían a su sucesor, Ernesto Zedillo y la respuesta fue rotunda. Su hermano fue detenido y él prefirió marcharse del país, luego de acusar a Zedillo de ser el culpable de la crisis de diciembre (el error de diciembre) sin el aval que buscaba para dirigir la OCDE.

Después de ello, nadie, hasta el momento, ha intentado interferir den la gestión administrativa de su sucesor.

Se comienza apenas el nuevo sexenio y el carácter de la Presidenta es una demostración afable de un temperamento fuerte, por lo que habrá que ver su desempeño y lo templado que se mantiene en los próximos cinco años y 10 meses.

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